domingo, 16 de mayo de 2010

Dragón de Cómodo


El dragón de Komodo (Varanus komodoensis) también llamado monstruo de Komodo y varano de Komodo, es una especie de saurópsido de la familia de los varánidos, endémico de algunas islas de Indonesia central. Es el lagarto de mayor tamaño del mundo, con una longitud media de dos a tres metros y un peso de unos 70 kg. A consecuencia de su tamaño, son los superpredadores de los ecosistemas en los que viven. A pesar de que estos lagartos se alimentan principalmente de carroña, también cazan y tienden emboscadas a sus presas, que incluyen invertebrados, aves y mamíferos.
La primera vez que científicos occidentales estudiaron los dragones de Komodo fue en
1910. Su excepcional tamaño y su reputación de animal temible los convierte en uno de los animales más populares de los zoológicos. En estado salvaje son una especie amenazada; su ámbito de distribución se ha reducido debido a las actividades humanas y están catalogados como vulnerables en la Lista Roja de la UICN. Están protegidos por la ley indonesia, y un parque nacional, el Parque Nacional de Komodo, fue fundado en 1980 para contribuir a su conservación.
La época de apareamiento comienza entre julio y agosto y la puesta de
huevos en septiembre. Depositan aproximadamente veinte huevos en nidos de megápodos abandonados, y los incuban durante siete u ocho meses, hasta su eclosión en abril, cuando los insectos son los más abundantes. Los jóvenes son vulnerables, por lo que suelen morar en árboles, a salvo de depredadores y adultos caníbales. Tardan aproximadamente entre tres y cinco años en madurar, y pueden vivir hasta unos cincuenta años. Estos lagartos se encuentran entre los pocos vertebrados con capacidad de reproducción por partenogénesis, proceso por el que las hembras pueden poner huevos viables en situaciones de ausencia de machos.
Los nativos de la
isla de Komodo se refieren a este animal como ora, buaya darat (cocodrilo de tierra) o biawak raksasa (monitor gigante).
Descripción
Aunque los machos por lo general son de mayor tamaño, no hay diferencias
morfológicas obvias entre los sexos. Los jóvenes son de color verde con zonas amarillas y negras y los adultos, con un tono opaco y uniforme, de color marrón a rojo grisáceo. Sus cuerpos robustos están uniformemente cubiertos de ásperas escamas.
Es el
lagarto de mayor tamaño del mundo, con una longitud media de dos a tres metros y un peso de unos 70 kg. En la naturaleza, un adulto mide unos 2,5 m y pesa de media unos 70 kg, aunque los especímenes en cautividad a menudo pesan más. El espécimen salvaje más grande que se ha verificado midió 3,13 metros de longitud y pesó 166 kg (incluida la comida sin digerir). A consecuencia de su tamaño, son los súper depredadores de los ecosistemas en los que viven.
Su inusual tamaño se atribuía generalmente al
gigantismo insular, ya que no hay otros animales carnívoros que puedan ocupar el nicho ecológico de las islas en las que viven. Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que su gran tamaño se entiende mejor como un vestigio aislado de una antigua población de grandes varánidos que vivían en Indonesia y Australia, la mayor parte de los cuales, junto con otra megafauna, murió tras su contacto con los humanos modernos. Se han encontrado en Australia fósiles muy similares a V. komodoensis de más de 3,8 millones de años de antigüedad, y su tamaño permaneció estable en Flores, una de las pocas islas indonesias donde se le puede encontrar en la actualidad, desde que esta isla (junto con sus vecinas) fueron aisladas por los crecientes niveles del mar hace unos 900.000 años.
Tiene una
cola fuerte y musculosa tan larga como su cuerpo, y aproximadamente 60 dientes serrados, que se cambian a menudo y que pueden medir hasta 2,5 centímetros de largo. Su saliva suele estar manchada de sangre, puesto que los dientes están casi cubiertos de tejido gingival que se daña de forma natural durante la masticación. Esto crea un cultivo ideal para las virulentas bacterias que viven en su boca. Tiene una lengua larga y amarilla, marcadamente bifurcada.
Sentidos
El dragón de Komodo no tiene un
sentido del oído particularmente agudo, a pesar de sus visibles conductos auditivos, y sólo es capaz de oír sonidos entre 400 y 2000 hercios.Es capaz de ver hasta una distancia de 300 metros, pero dado que sus retinas sólo contienen conos, se cree que tiene una pobre visión nocturna. Es capaz de percibir el color, pero tiene una pobre discriminación visual de objetos inmóviles.
El dragón de Komodo usa su lengua para
oler, detectar sabores y percibir estímulos.
Usa su lengua para
oler, detectar sabores y percibir estímulos, al igual que otros muchos reptiles, utilizando el órgano de Jacobson y que le ayuda a orientarse en la oscuridad. Con la ayuda de un viento favorable y su hábito de balancear a su cabeza de un lado al otro cuando andan, son capaces de descubrir carroña a distancias de 4 a 9,5 km.Las fosas nasales de estos animales no son de gran utilidad para percibir olores, dado que carecen de diafragma.Tan solo cuenta con unas pocas papilas gustativas en la parte de atrás de la garganta.Sus escamas, algunas de las cuales están reforzadas con hueso, tienen placas sensoriales conectadas con nervios que facilitan su sentido del tacto. Las escamas alrededor de los oídos, labios, barbilla y planta de los pies pueden tener tres o más placas sensoriales.
Se creía que el dragón de Komodo era
sordo como consecuencia de un estudio que no mostró ninguna agitación en ejemplares salvajes en respuesta a susurros, voces elevadas o gritos. Este estudio fue cuestionado cuando una trabajadora del Zoológico de Londres entrenó a un espécimen en cautividad del parque para salir a alimentarse con el sonido de su voz, aun cuando el animal no podía verla.
Alimentación
Los dragones de Komodo son
carnívoros. Aunque se alimentan fundamentalmente de carroña, también tienden emboscadas a presas vivas acercándose sigilosamente. Cuando una presa adecuada llega cerca de su lugar de emboscada, la ataca rápidamente lanzándose sobre el vientre o el cuello del animal.Es capaz de localizar sus presas utilizando su penetrante sentido del olfato, que puede detectar a un animal muerto o agonizante de una distancia de hasta 9,5 kilómetros. Se han documentado casos de dragones de Komodo derribando cerdos grandes y ciervos con su fuerte cola.


Se alimentan arrancando grandes trozos de carne de sus presas y tragándoselos enteros mientras sujetan el cadáver con las patas anteriores. En el caso de presas más pequeñas, de hasta el tamaño de una
cabra, sus mandíbulas con articulaciones desencajables, cráneo flexible y estómago expandible, les permite tragarse las presas enteras. La copiosa cantidad de saliva roja que producen contribuye a lubricar la comida, pero a pesar de ello tragársela continúa siendo un proceso largo (15-20 minutos para tragarse una cabra). Pueden intentar acelerar el proceso embistiendo el cadáver contra un árbol para forzarlo a bajar por la garganta, y a veces embisten con tanta fuerza que llegan a derribar el árbol. Para evitar asfixiarse mientras tragan las presas, respiran utilizando un pequeño conducto situado debajo de la lengua que está conectado con los pulmones. A diferencia de grandes mamíferos carnívoros, como los leones, que tienden a dejar el 25-30% de sus presas sin consumir al rechazar los intestinos, la piel, los huesos o las pezuñas, los dragones de Komodo comen mucho más eficazmente, desechando sólo aproximadamente el 12% de la presa.
Después de ingerir hasta un 80% de su peso corporal en una comida, se arrastra hasta un lugar soleado para acelerar la
digestión, puesto que la comida podría llegar a pudrirse y envenenar al dragón si permaneciera demasiado tiempo sin digerir. Debido a su lento metabolismo, los dragones grandes pueden sobrevivir con tan sólo doce comidas al año.Al acabar la digestión, regurgita una masa de cuernos, cabello y dientes conocida como pelota gástrica, que está cubierta de una mucosidad maloliente. Tras regurgitar la pelota gástrica, se frota la cara contra el suelo o contra arbustos para deshacerse de la mucosidad, lo que sugiere que, como en el caso de los humanos, no les gusta el olor de sus propias excreciones.
Pasan el día vagando por sus zonas de residencia, que pueden tener aproximadamente 1,9
km² de superficie. No defienden estas zonas como territorios, por lo que pueden superponerse, pero si la comida se encuentra en un área compartida, el dragón dominante es el primero en comer. Los machos de mayor tamaño siempre son los primeros en comer, seguidos por los machos más pequeños y las hembras, y finalmente los ejemplares más jóvenes que descienden de los árboles para comer una vez que los adultos se han marchado.El macho de mayor tamaño hace valer su dominio y los machos más pequeños muestran su sumisión por medio del lenguaje corporal y de silbidos sordos. Los dragones de tamaño similar pueden recurrir a combates entre ellos, donde los perdedores habitualmente se retiran, aunque se conocen casos en los que los vencedores los matan y se los comen.


Saliva
Walter Auffenberg, herpetólogo de la Universidad de Florida, reseñó que el dragón de Komodo tenía patógenos sépticos en su saliva, expresamente las bacterias: Escherichia coli, Staphylococcus sp., Providencia sp., Proteus morgani y P. mirabilis.Auffenberg descubrió que mientras estos patógenos se encontraban en la boca de los ejemplares salvajes, desaparecían de la de los animales cautivos, debido a una dieta más limpia.Esto fue verificado tomando muestras mucosas de la superficie externa de la encía de la mandíbula superior de dos individuos recién capturados.Muestras de saliva analizadas por investigadores en la Universidad de Texas, encontraron 29 tipos de bacterias Gram positivas y 28 Gram negativas en las bocas de dragones de Komodo salvajes, incluida Pasteurella multocida.El rápido crecimiento de estas bacterias fue constatado por el investigador Terry Fredeking: Normalmente se necesitan aproximadamente tres días para que una muestra de P. multocida cubra una placa de Petri; la nuestra necesitó ocho horas. Estuvimos muy desconcertados por la virulencia de estas cepas. Este estudio apoya la observación de que las heridas infligidas por el dragón de Komodo a menudo están asociadas con sepsis e infecciones subsecuentes en sus presas.

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